domingo, 28 de septiembre de 2008

Y fueron esas risas, esas caras, esas palabras y esas voces
las que apagaron las lágrimas.

Porque no encontró mejor lugar que aquel,
ni mejores personas que aquellas,
no sabía siquiera si merecía la paradisíaca situación,
pero la disfrutó como pudo,
y dio provecho.

Porque ellos siempre están,
son rostros que siempre ve,
son voces que siempre oye,
y risas que siempre comparte.

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